La aparición de una hernia se da por el debilitamiento de las capas internas del músculo abdominal, generando
un abultamiento o un desgarro. Entre sus consecuencias se encuentra el dolor
severo o la necesidad de realizar una cirugía urgente. La hernia se puede
presentar en hombres y mujeres, en algunos casos es congénita (de nacimiento) o bien, puede irse desarrollando a través del
tiempo. Es importante mencionar que requiere atención prioritaria, pues no
desaparece por sí sola.
Los lugares comunes de
aparición de hernias son la ingle
(inguinales), el ombligo (umbilicales) y el sitio de una operación previa (incisionales).
Sus causas pueden responder a la realización de un gran esfuerzo sobre la pared
abdominal, al envejecimiento, a una lesión, a una vieja incisión o a una
debilidad presente desde el nacimiento.
El tipo de hernia inguinal se
caracteriza por presentar pequeñas bolsas que sobresalen de la ingle. Estas se tejen
en un punto de debilidad, es decir, en la intersección de los músculos
abdominales.
La herniorrafía inguinal por vía laparoscópica se diferencia de la cirugía convencional por abierta, en que
se realizan tres pequeñas incisiones menores de un centímetro, en lugar de una de
8 a 10 centímetros. Entre las ventajas de la primera se encuentra la reducción
evidente del dolor posoperatorio, el retorno rápido a las actividades laborales
y una menor cicatrización.
La herniorrafía inguinal laparoscópica presenta múltiples beneficios para el paciente, entre ellos se
destacan los mínimos riesgos de infección y la poca probabilidad de que,
nuevamente, se presente otra hernia, además el cirujano también puede estudiar
y reparar una segunda hernia encontrada en el lado opuesto. Este procedimiento
debe ser realizado por un cirujano experto en vía laparoscópica que cuente con suficiente
conocimiento.
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